Realiza tu trabajo con amor, siempre renovando, y te verás rebosante de alegria.
La rutina produce cansancio y te rompe el alma, te deprime y te roba el entusiasmo.
Reabastécete todas las mañana de alegría de vivir.
Presta tu colaboración a todo el mundo y da a tus labores la alegría del espíritu, y recibirás por ello los bienes de la felicidad de tu trabajo.
No digas que, en su lugar, lo harías mejor. Porque hasta que no ponemos a prueba nuestra fuerza, no estamos seguro de lo que seríamos capaces. Tal vez harías cosas peores sí ocuparas su lugar. Trata de disculpar porque desconocemos las situaciones en que están los que, en sus hombros, llevan el peso de la responsabilidad pública.