No confíea en las personas que te alaban sin motivo.
Muestrate abierto a la crítica honesta y cierrate a la falsa cortesía.
La crítica a nuestro actos puede convertirse en la voz de alerta que necesitamos para nuestro mejoramiento.
Los elogios no merecidos nos perjudican y nos crean ilusiones.
No hay nada tan frágil como una persona que vive de sus propias ilusiones.
No digas que, en su lugar, lo harías mejor. Porque hasta que no ponemos a prueba nuestra fuerza, no estamos seguro de lo que seríamos capaces. Tal vez harías cosas peores sí ocuparas su lugar. Trata de disculpar porque desconocemos las situaciones en que están los que, en sus hombros, llevan el peso de la responsabilidad pública.