¡No pierdas la calma! La rabia perjudica la salud, el rencor daña el hígado, la amargura envenena el corazón.
Controla tus emociones.
Sé dueño de ti mismo.
No eches leña en el fuego de tu aburrimiento. Olvida y continúa la marcha para no perder la paz.
Piensa, antes de hablar, y no cerdas a tus impulsos.