Pobreza no es falta de dinero: pobreza verdadera es la falta de comprensión.
El que comprende la vida, que sabe decir una palabra de aliento, que tiende la mano compasiva al que sufre, que sabe inspirar alegría y optimismo, es rico, inmensamente rico de amor, cuyas fuentes son inagotable, aunque lo compartas con miles de personas.
No digas que, en su lugar, lo harías mejor. Porque hasta que no ponemos a prueba nuestra fuerza, no estamos seguro de lo que seríamos capaces. Tal vez harías cosas peores sí ocuparas su lugar. Trata de disculpar porque desconocemos las situaciones en que están los que, en sus hombros, llevan el peso de la responsabilidad pública.