¡Dios está en todas partes a la vez, en tus ambientes y dentro de ti! Jamás te abandona. Nunca estás sólo. No permitas que las penas te pertubre: trata de conservar la clama y escuchar dentro de ti la palabra silenciosa de Dios. Así estará en condiciones de vencer los obstáculo del camino y descubrir la verdad de las cosas y de las personas.
No digas que, en su lugar, lo harías mejor. Porque hasta que no ponemos a prueba nuestra fuerza, no estamos seguro de lo que seríamos capaces. Tal vez harías cosas peores sí ocuparas su lugar. Trata de disculpar porque desconocemos las situaciones en que están los que, en sus hombros, llevan el peso de la responsabilidad pública.