Tu vecin@ de viaje, que está a tu lado, no es ni tu enemig@ ni tu rival.
Se trata, siempre, de un herman@ al que tiene que acoger con simpatía.
No lo estimules para que te sirva de consuelo sino sé generos@ con él en animarle.
Porque, sin notarlo siquiera estarás recibiendo, en respuesta, las vibraciones agradecida de su corazón.
No digas que, en su lugar, lo harías mejor. Porque hasta que no ponemos a prueba nuestra fuerza, no estamos seguro de lo que seríamos capaces. Tal vez harías cosas peores sí ocuparas su lugar. Trata de disculpar porque desconocemos las situaciones en que están los que, en sus hombros, llevan el peso de la responsabilidad pública.