La agitación de la vida no debe afectar nuestro verdadero yo, nuestra alma. No puede hacernos olvidar lo más importante.
La chispa divina, que está en nosotros, es nuestro yo real, de la que el cuerpo es solamente un destello.
Por tanto, procura vivir más intesantemente tu vida interior, la vida de tu verdadero yo, de tu alma.
Hace tiempo que vives con el propósito de cambiar tu vida, de mejorar tus actos, de terminar definitivamente con tus deficiencias. ¡entonces comienza ya! No dejes para mañana lo que puedas hacer hoy... Está claro que todo no lo solucionarás de la noche a la mañana. ¡Pero, comienza ya! Si caes de nuevo, no te desanimes: ¡Vuelve a empezar cuántas veces sea necesario!