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Despierta para la vida.

Medita en tus responsabilidades ante el mundo y ante Dios.
De ti dependen las personas que te rodean: en la familia, en el trabajo, en la sociedad.
No huyas de las responsabilidades que asumiste.
Realiza tu trabajo con amor, produciendo lo más que puedas y lo que te permita tus fuerzas.
En tus manos está una parte del futuro de la humanidad.

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No condenes a los que sobresalen en la Política o en la administración pública.

No digas que, en su lugar, lo harías mejor. Porque hasta que no ponemos a prueba nuestra fuerza, no estamos seguro de lo que seríamos capaces. Tal vez harías cosas peores sí ocuparas su lugar. Trata de disculpar porque desconocemos las situaciones en que están los que, en sus hombros, llevan el peso de la responsabilidad pública.

Evita las acusaciones y las críticas.

Empéñate, más bien, en colaborar con un ejemplo digno y noble. En la vida todo tiene su razón de ser, aunque no siempre lo veamos así por falta de una visión completa, pues estamos viendo apenas la parte externa de las personas y cosas. Deja los juicios a Dios, que ve los corazones y que habita en el interior de cada uno de nosotros, con perfecto conocimiento de los pensamientos e intenciones más secretos .

Renueva tu salud con afirmaciones positivas

Todas tu células y órganos se activarán en el cumplimiento cabal de sus deberes, si tú no los maltratas con pensamiento negativos de desconfianza, miedo, ira o venganza. Envía o tus órganos y células, pensamientos positivos de salud y dale a tu cuerpo alimentos sanos.