Medita en tus responsabilidades ante el mundo y ante Dios.
De ti dependen las personas que te rodean: en la familia, en el trabajo, en la sociedad.
No huyas de las responsabilidades que asumiste.
Realiza tu trabajo con amor, produciendo lo más que puedas y lo que te permita tus fuerzas.
En tus manos está una parte del futuro de la humanidad.
Hace tiempo que vives con el propósito de cambiar tu vida, de mejorar tus actos, de terminar definitivamente con tus deficiencias. ¡entonces comienza ya! No dejes para mañana lo que puedas hacer hoy... Está claro que todo no lo solucionarás de la noche a la mañana. ¡Pero, comienza ya! Si caes de nuevo, no te desanimes: ¡Vuelve a empezar cuántas veces sea necesario!